jueves, 4 de agosto de 2011

Aprendiendo de la manera dificil, pero aprendiendo

3- agosto-2011
Ya estamos en agosto y mi quinto mes aquí se cumple en breve. Tengo sensaciones contradictorias: al mismo tiempo me da la impresión de que llegué hace nada y que el tiempo se ha pasado volando y en otras ocasiones siento que hubiera estado aquí toda mi vida.
En este lugar, en esta ciudad que amé desde pequeña aún sin conocerla, he aprendido en este tiempo mucho, muchísimo. No me refiero a la historia de la ciudad, que también; si no que estoy aprendiendo de mí misma bastante más de lo que me esperaba.
Hacía años, que se me cambiaran los planes o que surgieran imprevistos que me impidieran realizar lo que había pensado era algo que me podía sacar de los nervios y tener de mal humor e inactiva hasta que tomara una decisión durante días.
Desde que estoy aquí nada sale como lo tenía planeado, al menos a grandes rasgos lo que me ha obligado a tomar decisiones de manera rápida, sopesar pros y contras de manera casi inmediata. He aprendido a relativizar y a buscar la luz en los momentos oscuros.
He aprendido a pedir ayuda cuando es necesario y a tiempo, cosa que era una de las cosas que más me ha costado toda mi vida.
No quiero decir que no me invadan las mismas sensaciones cuando algo va mal o se sale de lo que tenía previsto, pero sé mitigarlas y me permito el lujo de “cabrearme” o “deprimirme” unas horitas si eso no me impide actuar, y al día siguiente levantarme para seguir caminando y enfrentándome con los problemas que me llevaron a esa situación.
También me he dado cuenta de que muchísimas de las cosas que me desconcertaban y que me descolocaban los esquemas no eran ni culpa mía ni podía hacer nada con ello. Por ello acabas aprendiendo a actuar en consecuencia: lo que se puede cambiar lo cambias, y lo que no pues lo aceptas.
Quedarte sin casa es algo que te puede descolocar hasta un punto alucinante. Si, según parece la casera necesita la casa y no podremos vivir Leticia y yo allí a partir de Septiembre. Esto en el primer momento me hizo maldecir, saltar las lágrimas y ganas de golpear las paredes. Es absolutamente comprensible que reaccionara así. Tenía que volver a ponerme a buscar un piso para Leticia y para mí, pensar en la mudanza, en el cambio de direcciones tanto en el Job Centre como en los Curricula como en el Banco. Mil pequeñas movidas que aburren, y que son de todo menos divertidas. Si, esa primera noche en que me enteré sentí que el mundo se acababa y que todo se iba a la porra.
Trabajando se me ha ido pasando esas sensaciones y ayer mismo ya estaba buscando piso y apuntando posibilidades. ¿Qué le puedo hacer si no? Buscar un piso nuevo en el que estemos cómodas, volver a formar un “hogar” y con la posibilidad de que incluso esté o al mismo precio o más barato…
En fin, sólo es otro engorro más, pero si tanto Leticia como yo estamos buscando piso, doblamos las posibilidades de encontrar algo bonito y que nos guste a las dos en menos tiempo. No quiere decir que esto no me escueza o me preocupe menos, pero al menos no dejo que me bloqueé para seguir adelante con lo que tengo que hacer.
Asique tranquilos todos los que leéis este blog y podéis empezar a preocuparos por esto. Todo está en marcha y no se detendrá bajo ninguna circunstancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario