jueves, 9 de junio de 2011

Reflexiones a los tres meses

Tres meses. Hoy he cumplido tres meses en esta ciudad.
Creo que las cosas empiezan a ir mejor.
Hoy he sido tan feliz haciendo de guía del museo, me he sentido tan llena, tan plena por unas horas que si no me hubiera estado muriendo de hambre no habría hecho la pausa que me correspondía. Que felicidad más graciosa, que felicidad tan sencilla, yo sería feliz completamente enseñando los valores y la belleza de la Historia, la belleza de lo que nos ha hecho lo que somos. Palpar y ver la historia no tiene precio para mí y poder enseñar a los demás como veo el mundo es algo realmente emocionante y bello.
Otra cosa en que he estado pensando es que cuando eres pequeña, o al menos así me pasaba a mí, todo lo que imaginas lo ves como si realmente estuviera ahí. La imaginación y lo real juegan en el mismo patio, sin temor de que uno juzgue al otro. Tendemos según vamos creciendo a aplastar a la imaginación y tratarla como un niño apartado del resto, con el que nos aventuramos a jugar de vez en cuando, pero sin tomarle demasiado en serio. Muchas veces hasta mirando al resto de los compañeros como avergonzados por nuestra conducta.
Pero la vergüenza es algo que aprendemos con los años. Es esa niña en ese patio que nos empieza a comer la oreja para que nos separemos de aquel compañero de juegos que tanto tiempo ha estado a nuestro lado y tanto nos ha dado. Son las dos amigas, la vergüenza y la lógica ciega las que nos hacen que mirar atrás lo veamos como algo lejano, como algo que tuvimos pero que no volveremos a ser. Y yo me pregunto. ¿Por qué?
¡Oh esos días en que nos atrevíamos a soñar! Esos días en que mirábamos las nubes y veíamos figuras y no sólo acumulaciones de vapor de agua. Esos días en que mirabas un palo y se trasformaba en una espada, una escopeta, un bastón o incluso un amigo más. Esos días en que hablar solo en tu cuarto no era significado de tener que acabar teniendo que ir al psiquiatra.
No podemos tratar a Imaginación como una extraña, como una apestada, no lo merece con todo lo que nos ha dado. Tenemos que volver a recuperarla, volver a jugar con ella, reintegrarla en nuestra vida y en nuestro patio de recreo. Ella puede hacernos volver a sonreír en muchos momentos si conseguimos hacer entender a Lógica y a Vergüenza que es una compañera de juegos más. Así no se pondrán celosas, pues son esos celos de dejar de ser el centro de tu propia vida lo que les hacen ponerse a la defensiva.
Como los caballos del carro de Platón, hay que manejar las riendas, pero en ocasiones para conseguir que el carro siga avanzando es necesario aflojar la tensión y dejar te tiren a su ritmo. Todos los caballos, todos los compañeros de juego son importantes, asique no apartéis a ninguno de vuestro camino, pues el que pensamos que nos ayuda a veces es el que nos frena. Y el que nos hace ver otros mundos y realidades es quizá el que necesitamos para poder ver que hay algo más allá que el frío cálculo.
La imaginación es la base de la esperanza, y sin ella podemos darnos por perdidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario