domingo, 20 de noviembre de 2011

"¿Tú también, Bruto?"

Supongo que no hay mejor frase para resumir lo sucedido hoy, salvo el famoso refrán "Cria cuervos y te sacaran los ojos". Aunque he de decir que desde que estoy aquí he dado de comer a cuervos en el cementerio y se han portado mejor que la persona a quien va dedicado este post.
Cuando llegué a aqui conocí a una persona que yo creía una compañera divertida y que podía ser una buena amiga. Con toda mi buena intención, ví como mi "amiga" sufría abusos en la residencia y hostal donde vivía y decía que le habían robado (no tanto dinero como comida o cosas como aseo personal o así). Se cambió a una casa nueva y desde el primer día recibí sus llamadas casi diarias quejándose de que en esta nueva casa le robaban también la comida, hasta el punto de que no sabía que hacer.
Como yo tenía que encontrar un nuevo piso para una amiga y para mí le ofrecí encontrar uno en el que pudieramos convivir las tres. Vivir con tres amigas, me pareció un plan idílico.
"Vente de momento a mi casa unos días, duerme conmigo, come mi comida. Buscaré un piso mientras tu trabajas e incluso puedes irte antes a vivir a él"
Ese fué mi ofrecimiento. Jamás salió un "gracias", un "no, va a ser mucho lio para ti", ni un "eres genial, te lo agradezco". Solo un "vale" salió de su boca. Quejas del nuevo piso, no querer figurar en el contrato, no querer estar a cargo de nada. Eres listo Bruto, y yo quizá demasiado bueno. Pero al Cesar lo que es del Cesar.
Yo he sido más que buena con ella, he hablado lo que podía hablar, y encima se me ha acusado injustamente y sin prueba ninguna de que le "robaba" comida. En ese momento las piezas empezaron a encajar: ¿Todo el mundo le robaba? No era posible. ¿Yo robarle? Cuando y porque iba a hacerlo.
La primera puñalada rasgaba la toga en las escaleras a los pies de la estatua de Pompeyo. Pequeñas puñaladas en forma de acusaciones, faltas de respeto, esconder cosas e ir haciendo desaparecer las suyas iban convirtiendo la toga alba en carmesí.
Sin embargo, no estaba tan desarmada ni desprevenida como Cesar.
Esta mañana la última puñalada ha sido por la espalda, pero ha dado en la coraza. Las manchas carmesí solo eran bolsas de sangre falsa y mientras fingía dolerme de las cuchilladas en el unico lugar donde han dado los aceros han sido en mi orgullo.
No "Bruto", no me has pillado por sopresa, desde hace un mes que lo sospechaba. Pero te imaginaba más valiente, o suficientemente responsable como para decir las cosas en la cara y no tener que recurrir, como los ladrones o las sabandijas, a escurrirte para que no te pillen. Más patético me parece aún el hecho de que escribas, como un cobarde, una carta de despedida justificando tus actos.
Sólo me queda decirte que eres la persona más rastrera y cobarde que he conocido. Te agradezco que te hayas ido, ahora, por fín, se respira paz en casa.
Gracias por esta lección que me has enseñado, creeme que la guardaré como oro en paño y la recordaré. Y tu puñal, que te dejaste cuando saliste huyendo de la escena del crimen (con tus compañeros, ya que no tienes el valor de hacerlo tu solo) lo guardaré por si algún día tienes el valor de pedírmelo. Que yo a diferencia de ti NI HUYO, NI ROBO en la noche ni por la espalda.
Gracias de veras por ello

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